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Lo Que Vale La Pena No Es Fácil

Lo que vale la pena no es fácil

Es más fácil quejarse que hacer algo al respecto.

Es más fácil guardar silencio ante una injusticia (por pequeña que sea) que alzar la voz para cambiarla.

Es más fácil abrir Facebook, otra vez, que tomar el teléfono y hablarle a ese viejo amigo.

Es más fácil hablar mal de tu pareja/jefe/colega que hacer algo para hacer que tu relación con esa persona mejore.

Es más fácil pensar que la vida te va a resolver tus problemas que hacer un esfuerzo para resolverlos.

Es más fácil criticar al que hace algo para mejorar su vida que trabajar en mejorar la propia.

Es más fácil comprar cosas para ocultar tu ansiedad/estrés/soledad que enfrentarlas y resolverlas.

Es más fácil leer diez libros de autoayuda que implementar de manera disciplinada sólo una de sus sugerencias.

Es más fácil pensar que no tienes control alguno sobre tu vida que reconocer que tú controlas (y creas) tu destino.

Es más fácil encontrar pretextos que ofrecer soluciones.

Es más fácil ver seis horas de televisión que hacer algo que contribuya a mejorar tu vida.

Es más fácil esconderse detrás del “no tengo tiempo” que reconocer que no está en tus prioridades.

Es más fácil…

En la vida, lo que vale la pena de la vida, no es fácil. Tomar la decisión de cambiar. Eso. Cualquier cosa que te incomoda o desagrada. Tu estilo de vida. Tu alimentación. La hora que te levantas. La hora que te duermes. La manera en que usas tu dinero. Tu tiempo. Tu energía.

¿Qué prefieres? ¿Lo fácil que te permite seguir dónde y cómo estás? ¿O lo difícil, aquello que podría mejorar tu vida, quizá por lo que te queda de ella?

Decide. Y decide bien. Y nunca olvides que al no decidir también estás decidiendo.

¿Cuándo fue la última vez que cambiaste algo en tu vida?

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