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Tener la profesión que tengo implica siempre estar aprendiendo por varias razones:
- Las leyes cambian.
Lo que era deducible de impuestos hace 3 años, quizá ya no lo sea hoy. La estrategia que funcionó muy bien hace 10 años, hoy es cuestionable.
- Cada cliente es una historia diferente.
Conozco “asesores financieros” (sí, entre comillas, porque no se merecen ese nombre) que le venden el mismo producto a todos sus clientes. Esos no son asesores, son vendedores de un producto. Lo que funciona para un cliente de altos ingresos de 40 años no necesariamente va a funcionar para un cliente jubilado que desea dejar X cantidad a su institución de caridad favorita.
- El campo está evolucionando.
La industria del “financial planning” ni siquiera existía hace cincuenta años. Como profesión, está en pañales: hay mucho que no sabemos, y mucho que estamos aprendiendo sobre psicología y las emociones alrededor del dinero.
- Yo no vendo productos financieros.
Mi único producto es mi asesoría, por la que mis clientes me pagan directamente. En unos años, la venta de seguros o fondos de inversión por comisión va a ser cosa del pasado. Y muchos “asesores” van a ver sus ingresos por comisiones eliminados o reducidos drásticamente.
Todos los años busco saber más, aprender más para beneficio de mis clientes y, como agregado, para ustedes, queridos seguidores.