
La visita al supermercado que cambió el rumbo de Rusia
En marzo de 1989 Boris Yeltsin fue electo para tener un asiento en el “Supreme Soviet”, algo así como los “super poderosos del gobierno” de Rusia.
En septiembre de ese mismo año visitó Estados Unidos, particularmente un supermercado en Texas.
No podía creer lo que veía. Una cantidad inimaginable de productos. Una inmensa variedad de quesos. De carnes. De todo. Lo que más le sorprendió fue el congelador de paletas. Era como un niño en un parque de diversiones.
Tal cantidad de productos. Al alcance de todos.
Hizo un comentario como que “ni el Presidente de Rusia tiene acceso a esto”.
Esa visita lo hizo contrastar lo que vivían sus compatriotas consecuencia de décadas de comunismo: estantes vacíos. Poca (nula) variedad. Racionamiento. Y se convenció de eliminarlo.
Y así lo hizo. O al menos trató con todo lo que pudo. En 1991 ganó la elección a la presidencia e introdujo el capitalismo a su amado país. Y el comunismo rápidamente se hizo a un lado. Una imagen en mi memoria infantil es cuando Mc Donald’s abrió su primer sucursal en Rusia, en plena Plaza Roja de Moscú: horas de fila tan sólo para entrar.
¿Por qué te comparto esto?
Porque en nuestra vida privilegiada solemos no valorar lo que tenemos enfrente. La posibilidad de escoger qué comer hoy, en dónde y cuánto queremos pagar. Electricidad disponible todo el tiempo. Agua caliente. 150 diferentes tipos de cereal para desayunar. Comida de los más remotos lugares del mundo. Flores traídas desde Sudamérica. Pan, literalmente, de Francia.
Vivimos en una sociedad globalizada y que se ha beneficiado tremendamente del libre mercado.
¿Tiene problemas? Sí.
Pero el socialismo no es la solución.
Si no me creen, pregúntele a la Rusia de principios del siglo XX. O a Cuba, Venezuela o Corea del Norte hoy.