
Derechos de aire
Imagínate que vives en el corazón de Nueva York. En una torre de departamentos súper exclusiva, con vista increíble al Central Park.
Todo de maravilla.
Hasta que te enteras que un desarrollador piensa demoler el edificio de enfrente y construir una torre de departamentos igual de alta que la tuya y que, por supuesto, va a tapar tu vista que tanto amas.
¿Qué haces?¿Te cruzas de brazos? ¿Demandas al desarrollador con el riesgo de que pierdas una batalla legal que muy probablemente va a durar años y te va a costar mucha energía, espacio mental y honorarios legales?
Te presento los derechos de aire (air rights).
En este caso, no hubo ninguna demanda. Los desarrolladores de la nueva torre se sentaron a negociar con los vecinos y acordaron, que por un simple pago de varios millones de dólares, simplemente no construirían la torre que pensaban construir.
Todos ganan.
Tú te quedas con tu vista. El desarrollador gana (construir es sumamente arriesgado y no hay garantía de que vendería los departamentos lo suficientemente rápido para recuperar su inversión en un tiempo razonable y, por supuesto, se ahorra todos los costos de demolición, permisos, construcción y demás).
Ganar-ganar.
Y, no sólo eso, existe todo un mercado de derechos de aire, esencialmente: el “aire” (el espacio) arriba de una construcción de relativamente pocos pisos, lo puede comprar alguien que desee construir un rascacielos (o alguien que no quiera que se construya algo), lo que permite construir edificios cada vez más altos. Es un tema fascinante y que demuestra un uso interesante del libre mercado y su intersección con las normas de construcción, particularmente en Nueva York.
Y así, es como el aire tiene precio. O, mejor dicho, el conservar la vista que tanto adoras (o el querer construir una torre más alta que la del vecino).